martes, 24 de abril de 2012

La Línea A del Subte: la verdad sobre sus fantasmas

Hay pocas historias de fantasmas de la ciudad de Buenos Aires como las que se cuentan sobre la Línea A del subte. A través de la Web circulan las historias de la novia vestida de blanco que deambula en los túneles las tardes de sábados, el degollado que aterroriza a los trabajadores en el baño de Sáenz Peña o la espectral estación que suele aparecerse entre las misteriosas Alberti y Pasco.

El interior de los antiguos coches
La Brugeoise que aún funcionan. 
Animados por la riqueza de leyendas que surge de la línea subterránea más antigua de Buenos Aires, Mitos en la Ciudad decidió investigar cuanto hay de verdad en estos relatos. Pablo, un boletero de la estación Sáenz Peña, relató algunas de los rumores que se cuentan en el día a día de la única línea que conserva las escaleras góticas y los viejos vagones de madera. “Las historias más clásicas, que se leen en Internet son muy comentadas, pero no conozco a nadie que haya visto algo. Pero hay miles de historias que suceden en esta línea”, cuenta Pablo. “Quienes más cosas aseguran haber visto son los de la limpieza. Hay que pensar que entran cuando cierra el subte y se van a la hora que vuelve a andar. Se pasan toda la madrugada en estos pasillos subterráneos.” 

Pablo cuenta además que antes de ser boletero trabajaba en el área de seguridad. Allí recuerda a un compañero absolutamente alterado que aseguraba haber visto una silueta oscura atravesar el andén de la estación Primera Junta. Para su espanto, meses después, otro colega le juró que “una extraña presencia” lo seguía cada vez que atravesaba esa misma estación. 

Entre Pasco y Alberti.
Los conductores de los subtes suelen ser los mayores testigos de fenómenos inexplicables. Según Pablo, más de una vez un maquinista ha detenido una formación porque había visto a una persona arrojarse a las vías justo cuando el tren iba a pasar, e incluso sentido como las ruedas pasaban por arriba de un cuerpo. “Sin embargo”, asegura Pablo, “luego de que pararan el tren y examinaran las vías, se daban cuenta que no había nadie bajo las ruedas”. 

No cabe duda por qué el subterráneo es un caldo de cultivo tan grande para este tipo de historias. Las muertes, en forma de suicidios y accidentes, son una cosa habitual bajo tierra. Pablo relató cómo hace meses un joven murió degollado luego de quedar enganchado a una formación en movimiento cuando intentaba bajarse para perseguir a un punga que le había robado su MP3. Además, el boletero explica que la atmósfera de todo el subte es perfecta para lo sobrenatural: “La única vez que me tocó ir a las cocheras me di cuenta lo tenebroso que es todo el complejo y lo valiente que son mis compañeros que trabajan allí. Las formaciones se estacionan bajo tierra en túneles de cuatro o cinco cuadras de longitud, y sólo hay luz en las primeras dos. Caminando por ahí con una linternita me di cuenta el porqué de tanta fascinación con esta línea”.
Victorino de la Plaza inagura el subte en 1913.

El enigma de Las Torres


Fachada de "Las Torres"





Hace años que  en Las Torres de Julián Álvarez al 2300 ocurren sucesos extraños. Llantos, ruidos, mujeres que aparecen y se esfuman en unos edificios que fueron construidos por el gobierno de facto, para personal de las fuerzas armadas. Los vecinos aseguran escuchar lamentos de quienes podrían haber sido torturados durante la dictadura militar.

"Por favor, ayudame", era la frase que Marina escuchaba todas las noches en su habitación. Una chica que arrodillada en el piso y agarrada a la pata de su cama suplicaba, mientras lloraba.

"Mari tuvo que irse de casa porque todas las noches se le aparecía esta mujer que le pedía ayuda", comenta su madre, Elsa, que aún vive en el edificio junto a su esposo y su hijo, Marcos.

Ingreso a Las Torres, donde varios aseguran
haber visto figuras extrañas.
A los 18 años, Marina tomó la decisión de ir a vivir con su abuela. "Ella notaba que cuando se iba a dormir a otra casa no aparecía esta persona, así que decidió irse con su abuela porque no soportaba más", cuenta su mamá.

La historia parece repetirse. "En la misma habitación duerme mi hijo ahora y hace unos meses que le empezó a pasar lo mismo. Escucha todas las noches a la mujer que le pide ayuda llorando", confía  Elsa, que adquirió el departamento a través de un hermano militar.

Es que "Las Torres", como se conoce en el barrio a aquellos tres edificios de 21 pisos ubicados en Julián Álvarez al 2300, comenzaron a construirse hace 36 años. Sin embargo, luego de 18 años se empezaron a entregar los departamentos a quienes habían hecho carrera militar.

La sospecha se presenta entre algunos vecinos. Son torres construidas en plena dictadura, junto a la comisaría 21 y estuvo casi dos décadas "en construcción".

"En frente había un galpón que pertenecía a la Policía, se suponía que lo usaban para lavar sus autos pero ponían la música muy fuerte y al parecer torturaban personas", cuenta Laura, quien también decidió irse del edificio luego de la muerte de sus dos padres.

"No podía mudarme antes porque mis viejos me necesitaban, pero la verdad que no veía la hora de irme. Escuchaba ruidos raros, llantos de mujeres a la noche y sentía que tenía que escapar", admiteLaura, quien luego de haber analizado este fenómeno con varios vecinos, se animó a suponer: "Es llamativo que todos hayamos escuchado algún llanto o ruidos inexplicables. Para mí tiene relación con las cosas que se han hecho acá. Creo que son lamentos de quienes sufrieron en esa época. Supongo que usaron los cimientos como fosa común".

La historia de Verónica también coincide. "Desde que llegué al departamento sentimos fosas raras -afirma-. Se prendían los televisores solos, las luces se apagaban y prendían y hasta se cerraba sola la puerta de mi pieza. Pero las cosas se pusieron más fuertes cuando empecé a sentir presencias. Al principio medio que me confundía, no sabía si era un sueño o realmente me estaban hablando, pero una noche escuché claro el pedido de una chica que pedía por favor que encuentre a su padre, Juan Manuel. No lo podía creer pero cuando escuché otros relatos entendí que algo estaba pasando".

Aunque no sean muchos los que se animen a contarlo, varios vivieron situaciones fuera de lo común.  Incluso los encargados de seguridad que permanecen cada noche alertas de los movimientos en el edifico.

El frente del edificio en Julián Álvarez 2335
Diego asegura haber visto dos chicas que salían y cuando miró el botón rojo para apretarlo y abrir la puerta, se dio cuenta no había nadie. "Las estaba viendo, venían vestidas como para salir. Miré para abajo, levanté la vista y ya no estaban. Salí para ver si habían vuelto para atrás pero no había movimiento", explicó.

"A mi compañero le pasó también. Vio una mujer que se asomaba atrás del árbol y pensó que era alguien que quería joderlo. Después de verla asomarse y esconderse varias veces, salió a ver quién era y no había nadie. Cosas así nos pasan todo el tiempo acá", asegura Diego.

Isabelino es otro guardia que trabajó poco más de un año en las torres. Asegura haber visto "fantasmas": "Yo vi muchas veces unas figuras blancas que no se notaban bien definidas y flotaban en el aire. No llegaba a distinguirlas bien. Parecían fantasmas".

Sucesos extraños que parecen preocupar a algunos, mientras otros se mantienen ajenos. Algunos militares ya ancianos, viven en las torres de Julián Álvarez y, fieles a su costumbre, no quieren hablar del tema. Para ellos, esas suposiciones no tienen sentido porque allí nada sucedió.

jueves, 5 de abril de 2012

Comienza la travesía


¿Quién nunca escuchó un rumor del tipo "acá murió tal persona" o "vieron fantasmas en tal lugar"? Honestamente, dudo que alguien tenga una negativa como respuesta.
Acá, en Mitos en la Ciudad, no queremos fomentar simples rumores. Vamos a dar un paso más allá: vamos a investigar. Periodismo en serio develando mitos, ese es nuestro objetivo con este blog.
No es nuestra intención hacerlos creyentes de lo esotérico o amantes de lo oscuro, pero sí generar pasión por las buenas historias. Esas historias que se encuentran todavía ocultas en la gran ciudad.


Así que, pónganse cómodos, agudicen sus sentidos y déjense llevar.